 Los 18 bomberos del nuevo parque situado en As Gándaras se preparan estudiando rutas y simulando excarcelaciones
El día 16 de agosto se puso en funcionamiento el parque comarcal de bomberos de Porriño. 18 bomberos, incluyendo al responsable del parque, trabajan en él para atender los 585 kilómetros cuadrados que conforman los diez municipios de A Louriña, O Condado y Baixo Miño integrantes del Consorcio que gestiona el parque. Una amplia zona que hasta el momento dependía de los bomberos de Valença do Minho y de Vigo.
El parque se sitúa en una nave de dos plantas en el Polígono de As Gándaras. En la planta baja están los despachos y un enorme garaje que alberga los tres vehículos del parque, el mixto para los incendios en naves industriales y actuaciones en altura; la nodriza que dispone una reserva de agua de 8.000 litros y la bomba urbana ligera (BUL) que se emplea en incendios urbanos y rurales, así como, en accidentes de tráfico ya que dispone de herramientas de excarcelación.
En la planta superior se encuentra el control y la ‘zona habitable’,como ellos llaman a los lugares de convivencia en común: los dormitorios, el salón, la cocina, la sala donde estudian, que describen como “una gozada”, porque, añaden, “está muy bien, es muy cómoda, más si la comparamos con las que tienen otros parques de bomberos”. Y es que aunque esto puede parecer algo superficial, no lo es tanto, si se tiene en cuenta que los turnos de estos bomberos son de 24 horas, en las cuales además, de atender emergencias derivadas por el 112, descansan, se mantienen en forma en el gimnasio y estudian la zona en la que trabajan. Ahora están realizando sus propios mapas en los que trazan las posibles rutas para llegar a un mismo lugar de la forma más rápida posible, “la zona que abarca este parque es complicada, por su extensión y por sus carreteras y caminos que son muy sinuosos y estrechos; además estamos en un polígono industrial que es siempre una zona peligrosa por las sustancias con las que se trabaja”.
El patio trasero de la nave delata que gran parte del tiempo que estos hombres -cuya media de edad se sitúa en 28 años- pasan en la central lo dedican a practicar. Cinco coches destrozados muestran los efectos que una excarcelación provoca en un vehículo, “es una de las intervenciones más complicadas por eso hay que ensayar mucho porque aunque existe un protocolo que seguir, llega un momento en el que se agota y entonces hay que improvisar, porque cada caso es completamente distinto”, explica Roberto Domínguez, responsable del parque. De hecho en el tiempo que lleva operativo el centro, ya han tenido que realizar esta operación en una ocasión y, por lo que parece, es imposible sentirse seguro ante este tipo de situaciones por eso es tan importante practicar una y otra vez el modo de actuar. Y así, practicando esperan estos 18 bomberos la temida llamada que, a todos, acelera el ritmo cardíaco.
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