Los 156 aspirantes a cubrir las 18 plazas del nuevo parque supramunicipal se quejaron ayer de fallos en la organización de las pruebas y problemas en las instalaciones
Indignados unos, descontentos otros, lo cierto es que el desánimo se hizo común en la celebración de las pruebas para el nuevo parque supramunicipal. Los primeros problemas comenzaron el martes, primer día de la selección. Fue entonces cuando los 156 aspirantes para las 18 plazas se enteraron de los cambios en las pruebas.
Casi sobre la marcha los planes que se le comunicaron a los jóvenes el sábado anterior fueron modificados por desavenencias entre el consorcio del parque, formado por los diez ayuntamientos que lo gestionan, y la empresa concesionaria. Los primeros establecieron su pliego de condiciones y su grado de dificultad fue el origen de un tira y afloja en el que al final los que pagaron el pato fueron los futuros bomberos.
«Puede que se puedan considerar de mínimos, pero tampoco esperábamos tan buen nivel», comenta el secretario del consorcio Adolfo Castro. Desde la empresa Celta Prix aseguran que quisieron concretar las pruebas y mejorarlas.
Los cambios se produjeron, por ejemplo, en la prueba de press banca, que resultó eliminada o el número de flexiones en barra, que se redujeron de 12 a 10 en 30 segundos. En definitiva, según los participantes, las pruebas fueron más fáciles y al final será el examen teórico el que descartará a los candidatos. «Esto es peor porque si hay enchufes es imposible demostrarlo porque las pruebas teóricas son privadas», comentan los aspirantes.
A su descontento por el tipo de pruebas, se une las condiciones en las que tuvieron que desenvolver algunas. Mientras la fase de piscina que realizaron ayer fue de lo más tranquila y sin incidentes, no se pudo decir lo mismo de algunas de las otras siete a las que se enfrentaban los bomberos.
El día anterior, la prueba de carrera desató las furias de los futuros bomberos cuando la organización se percató de que el recorrido que se estaba realizando no cumplía las medidas estipuladas. De los mil metros que tenían que recorrer, la carrera se convirtió para los primeros aspirantes en una batalla por llegar a los 920 que solo fue subsanada después de que varios participantes hicieran sus marcas. Para muchos de los participantes, este problema se pudo haber subsanado utilizando las instalaciones deportivas de la Universidad de Vigo.
El salto de longitud, realizado según los jóvenes sobre asfalto mojado, fue toda una peripecia que se terminó ayer con la caída de un tornillo de la escalera que tenían que recorrer. Claro que algunos no llegaron hasta ella, ya que varios participantes de A Coruña y Pontevedra regresaron a sus casas el primer día al descubrir los cambios en las pruebas y la falta de temario. |